Todo empieza en un verano aburrido, en la casa del lago de vuestros abuelos con una guitarra y algunos elementos que sobraron de Carnaval y acabáis tocando en el Cocahella sin daros cuenta, así que cuidadito.
Decidido, este verano monto un puesto tan cuqui y tan vintage como este en el que se diversifica el negocio y ofrecemos limonada casera, tatuajes (calcamonías, en su defecto) y galletas para perros, que no se diga que no tengo visión empresarial.