Ahí va, ese gran y mítico Federico Bahamontes, años 60, saliendo del Bar Ludeña (ese tipo de bares reconvertidos en sedes santas de modernos de postureo), con una bici vintage a su lado… y lo mejor: unos calcetines granates con mocasines. Se me caen las lágrimas de la emoción, de verdad.
Visto en: The Huffington Post.
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