Encerrarme en la habitación después de comer y, en vez de echarme la siesta, encender la tele antigua de mis abuelos, enchufar la Nintento y viciarme al Mario Bros hasta no ver ni un pijo.
No sé, quizás combinar una camiseta de rosquillas con un collar hecho con el mando de una NES de los 90 es como un poco demasiado «extremado», lo que en vocabulario de tienda de ropa es HORTERA a más no poder.