O sea, no he visto fachada tuneada más molona que este radiocassete gigante. No sabemos si se esconde una tienda de discos, un bar musical o, simplemente, la casita de un hipster, pero chana mil.
En Villa Hipster sí que hay calidad de vida, que la fachada de la biblioteca esté pintada con lomos de novelas como si fuese una estantería de una librería ya es de tener Class. Viva la intelectualidad!